sábado, 18 de marzo de 2017

Los dictadores no aprenden (I)

Cómo terminan sus días los autoproclamados Mesías o únicos salvadores de sus pueblos a los que someten inmisericordemente.

Primera parte

Decía Napoleón Bonaparte: “Aquel que no conoce la historia, está condenado a repetirla.” 

La frase es aplicable, con todas sus letras, a los hombres que llegan al poder, sea por la fuerza, por herencia o por la vía democrática, que se convierten en dictadores, y aprovechan de su poder para hacer cera y pabilo de las expectativas del pueblo al que gobiernan.

Demuestran, así, que no han leído la historia, y si lo han hecho, no han recogido sus experiencias; ergo, están condenados a repetir sus tristes finales. Aunque no siempre.

Antes de citar los casos de algunos tiranos, debemos recordar que la mayoría de ellos tuvieron un origen militar; destacaron por el abuso de las armas del poder; acabaron con sus opositores; se caracterizaron por su carácter personalista y autoritario, se enriquecieron –ellos, sus familiares y más allegados- arrasando con las arcas del Estado, y propiciaron el culto a la personalidad. Son sus características más saltantes y abominables.

La historia de estos personajes nos hace reflexionar en ese desmedido afán por acumular inmensas fortunas, adquirir propiedades en todo el mundo y rodearse de lujos, a la par que sus gobernados viven –si se puede decir así- en la inopia total.

Casas y castillos en Luxemburgo, Francia, Gran Bretaña, Gibraltar, Bélgica, San Marino, islas caribeñas, Andorra, Malta, etcétera, por citar solo algunos ‘paraísos’ elegidos, y fortunas de no menos de 15 mil millones de dólares, los cuales no podrán gastar ni hacer uso de ellas así pudiesen vivir, bíblicamente hablando, 900 años.

‘Olvidan’ estos señores que venimos al mundo calatos, y calatos nos vamos de él. Sin poder llevarnos lujos ni riquezas; castillos, autos ni joyas. Los dictadores que en el mundo han sido –y son, lamentablemente- nunca han reflexionado –ni reflexionan- en esto… Y siguen haciendo de las suyas.

Y todo ¿para qué?

Eso se preguntaba el humorista argentino Pepe Iglesias, ‘El Zorro’, allá por los años cincuenta, sobre su personaje ‘El finado Fernández’: “¿De qué le sirvió todo eso?”

Para que, al final, vivan sus últimos días en medio del repudio universal, humillados y vejados por su propio pueblo... en algunos casos, en medio del lamento del mismo pueblo victimizado. Aunque nos resulte difícil aceptarlo. (Una prueba más de la estupidez humana, que nos caracteriza.)

Algunos dictadores fueron víctimas de la venganza de sus pueblos, a los que sometieron a todo tipo de vejámenes desde el poder, y obligados a probar de su propia medicina. Otros tuvieron mejor suerte, lograron huir o murieron antes de ser condenados.

Recordemos algunos casos.

Muammar al Gaddafi

Uno de los dictadores más sanguinarios, que digirió Libia como si fuera su chacra durante 42 años, fue capturado, sodomizado y muerto por un grupo de sus adversarios en octubre de 2011.

Zine El Abidine Ben Alí


Dictador de Túnez desde 1987 hasta enero de 2011, se vio obligado a huir de su país al rebelarse su pueblo contra él. Si se lograra juzgarlo alguna vez, enfrentaría un total de 66 años de prisión.





Saddam Hussein

Imágenes del ahorcamiento de Sadam
Husein grabadas en un vídeo con un teléfono
móvil y difundidas en el portal YouTube
El hombre que llegó al poder en 1979 en Irak, responsable de centenares de miles de muertes, murió ahorcado el 30 de diciembre de 2033, después de ser derrocado por tropas estadounidenses.





Nicolae Ceausescu

Dictador rumano durante 24 años, y su esposa Elena, fueron fusilados, por primera vez en la historia delante de las cámaras de televisión, el 22 de diciembre de 1989. La imagen de sus cuerpos sin vida dio la vuelta al mundo.



Pol Pot

El dictador de Camboya, líder de los jemeres rojos, que asesinó a dos millones de camboyanos, murió de un paro cardiaco el 15de abril de 1998, en una choza aislada cerca de la frontera con Tailandia. Sus enemigos trataron de mantenerlo con vida para entregarlo al Tribunal Internacional de La Haya, acusado de crímenes de lesa humanidad.


Jean-Bédel Bokassa 


Otro sanguinario tirano, que asumió el poder de facto de la República Centroafricana en 1965, se proclamó presidente vitalicio en 1972 y autocoronó Emperador en 1976, en una ceremonia que costó 20 millones de dólares. Fue derrocado en 1979, arrestado y juzgado por traición, asesinato, canibalismo y apropiación ilícita de fondos estatales. Condenado a muerte, pena conmutada a cadena perpetua, que se le redujo a 20 años, murió víctima de un ataque cardiaco en noviembre de 1996.


Slobodan Milosevic

Milosevic, en una sesión del Tribunal Inter-
nacional de la Haya. (Foto: AFP) 
Presidente de Serbia (1989-1997) y de Yugoslavia (1997-2000), acusado de crímenes contra la humanidad, genocidio y limpieza étnica, fue hallado muerto el 11 de marzo de 2006, en su celda en La Haya, durante el proceso que enfrentaba ante el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia.





Enver Hoxha

Diciembre de 1990: derribo de la estatua
de Hoxha en la plaza Skanderbeg 
Dictador de Albania, como primer ministro (1944-1954) y como su máximo dirigente hasta su muerte el 11 de abril de 1985, cuyo gobierno se caracterizó por la ejecución y condena a trabajos forzados de sus enemigos políticos, y convirtió a su país en el más pobre y aislado del mundo, pasó los últimos años de su vida en silla de ruedas.







(Continuará)

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