sábado, 11 de marzo de 2017

Las fundadoras de Lima

Los conquistadores españoles que llegaron a América, trotamundos y aventureros todos ellos, lo hicieron en busca de riqueza y poder. Pícaros y bribones en su mayoría, pero valientes y arriesgados como el que más, no los movía la búsqueda de placeres; por el contrario, abandonaron a sus mujeres y se hicieron a la mar.

Los llegados a Lima lo hicieron casi sin mujeres. Decimos 'casi', porque hubo hasta tres españolas que los acompañaban, dos de ellas desde Cajamarca: Isabel Rodríguez, llamada 'la Conquistadora', que llegó al Perú después del apresamiento de Atahualpa (1532); otra llamada Beatriz, conocida por su origen como 'la morisca'; e Inés Muñoz, esposa de Francisco Martín de Alcántara, medio hermano de Francisco Pizarro, que fue "la primera mujer casada que entró en estos reinos y que comenzó a poblar", según una carta suya dirigida al rey de España.

La morisca llegó al Perú en 1532 como esclava de García de Salcedo, veedor real o controlador. Como tal, este no podía ser mercader y encargó a Beatriz sus actividades mercantiles. Salcedo se casó con ella y se convirtió en una célebre señora de un adinerado y prominente oficial.

Ella reclamaba ser la primera dama española venida al Perú, y estuvo presente en la fundación de la Ciudad de los Reyes, el 18 de enero de 1535.

El historiador José Antonio del Busto dice que la presencia de Beatriz fue advertida desde los primeros momentos de la conquista del Perú, y que en 1532 estaba al lado de Salcedo en la recién fundada San Miguel de Piura, primera ciudad española en el Perú, y lo mismo ocurrió cuando se fundó la primera capital en Jauja.

El historiador Juan Bromley cita también a María de Escobar, 'la romana', llegada en 1534, en la expedición del Adelantado Pedro de Alvarado, y la considera entre las más remotas vecinas de Lima, y fundadora de la Villa de Trujillo, junto al capitán Martín de Estete. Fue en su casa donde se mantuvo prisionero al depuesto primer virrey Blasco Núñez de Vela, antes de su deportación en septiembre de 1544.

En cuanto a Inés Muñoz, es considerada una de las mujeres extraordinarias de la conquista. Llegó a Jauja con Francisco Martín de Alcántara en l534, siendo la primera mujer casada que entró en el Perú. En la travesía de España a las Indias perdió a sus dos hijas pequeñas, Pizarro le confió en Lima la educación de sus hijos, pues vivían juntos en la misma casa como hermanos.

Inés Muñoz de Alcántara, la mujer extremeña, cuñada de Francisco Pizarro, que trajo el trigo
y el olivo al Perú.
Portada de un libro sobre la extremeña, publicado por el profesor peruano Jaime Ariansen Céspedes
Mujer de gran temple, fue la única que se atrevió a protestar por la muerte de Pizarro y de su marido, a manos de los almagristas. Tuvo el valor de ir a Palacio, recoger los cadáveres del conquistador y de su marido y enterrarlos en la iglesia, acompañada de sus doncellas y criados.

Además, ellas mismas salvaron la vida de los hijos menores de Pizarro, que estaban perseguidos, escondiéndolos en los conventos. 

Casada nuevamente con don Antonio de Rivera, el regidor más distinguido de Lima, se la considera como la mujer que trajo y sembró en nuestro país el trigo, el olivo, el lino y muchas frutas de Castilla. Tuvo el repartimiento de Anaguanca en Jauja y los indios yungas de Carballo y Manchai, que heredó de Francisco Martín y a los que renunció al final de sus días.

Al perder a su único hijo, Antonio de Rivera, en 1574, se retiró a hacer vida monástica y fundó el Monasterio de la Concepción, al que dotó con todos sus bienes.

Posteriormente, llegaron muchas mujeres españolas, casi siempre acompañando a sus maridos, aumentando poco a poco el número de familias que, con sus hijos mestizos, empezaron a considerarse peruanas.

Hasta que el 6 de enero de 1590 arribó al Callao el octavo virrey, García Hurtado de Mendoza, acompañado de su esposa Teresa de Castro y de la Cueva, la primera virreina que tuvo el Perú y que diera su nombre a la ciudad de Castrovirreina, hoy provincia de Huancavelica. (Fue después que un indio de Huamanga, conduciendo una recua de llamas cargadas con barras de plata, la convenció para que apadrinara a uno de sus hijos. Ella aceptó, y acompañada de una larga comitiva viajó al lejano pueblo del minero. Desde entonces la ciudad lleva su nombre.)

Doña Teresa de Castro, esposa del Virrey D. García Hurtado de Mendoza

Aquella dama, de belleza renombrada, 25 años y emparentada con las más nobles familias de España, llegó acompañada con un séquito personal de 24 dueñas y meninas, las que a su vez contaban con 42 servidoras jóvenes. Aparte, y con autorización real, trajo un contingente de 500 mujeres, solteras la mayoría, embarcadas en Cádiz, según crónicas de la época.

Es de imaginarse el revuelo que la llegada de tantas jóvenes mujeres causó entre los limeños de la época.

Ellas trajeron consigo sus tesoros de gracia, belleza y señorío. Que aún conservan.


(Publicado en el diario oficial El Peruano el sábado 14.01. 2017)

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